Se trata de una forma de entrenar distinta, muy funcional y que admite un gran número de variaciones de ejercicios y movimientos. Trabajar todo tu cuerpo en un mínimo espacio es posible, y es uno de los cinco principales beneficios del entrenamiento con TRX.
El TRX permite entrenar todo el cuerpo con el mismo “accesorio”: la mayoría de los ejercicios que realizamos en sala podemos hacerlos, con modificaciones, con el TRX. Sólo necesitamos un anclaje al techo o a una pared y un espacio de aproximadamente dos por dos metros, por lo que resulta un sistema versátil y que se adapta a todos los espacios, por pequeños que sean.
El entrenamiento en suspensión es funcional, ya que permite trabajar movimientos que implican grandes cadenas musculares. Al disponer de menos apoyos que cuando trabajamos de forma tradicional, nuestra sección media o core debe estar activado al 100%: él nos estabiliza, y por él pasan todas las fuerzas que generamos.
Trabajar con nuestro peso corporal, como es el caso del entrenamiento con TRX, nos permite aumentar nuestra fuerza y resistencia muscular, y tonificar todo nuestro cuerpo. Si esto se os queda corto, siempre podéis utilizar muñequeras o tobilleras con peso para aumentar la dificultad.
Sí aplicamos el entrenamiento en suspensión en un circuito de intervalos obtendremos, además de los beneficios anteriormente mencionados, un buen entrenamiento cardiovascular y quemagrasas. Tiempos de trabajo moderados, realizando tantas repeticiones del movimiento como nos sea posible, y descansos cortos son la clave para maximizar la quema de grasas.
El TRX es perfectamente combinable con otros implementos como el Fitball, el Bosu o las bandas elásticas, por lo que la variedad de ejercicios que podemos realizar es prácticamente inagotable. ¡Imposible aburrirse con la rutina!
¿No os entran ganas de probar un entrenamiento con TRX? ¡Os garantizo que os sorprenderán las sesiones y sus resultados!
Vía Vitónica